Sobredosis crecientes de aniversarios y consiguientes fastos
más o menos mediáticos cada año. Éste 2016: Cuarto Centenario de Cervantes, Centenario
de Darío (muerte) y de Cela, Blas de Otero y Luis Ortega Bru (nacimiento), Sesquicentenario
de Benavente (o sea, 150 años justos… qué pena que se vayan perdiendo
bellísimas y certeras palabras como esta de “sesquicentenario”).
Está visto que sólo nos acordamos de santa Bárbara cuando
truena y de nuestros artistas y prohombres cuando cumplen fechas redondas. Y
mientras tanto y después cae el olvido sobre ellos y sus obras. Es como si sólo
importaran a unos, los políticos, para hacerse la foto electoral; y a otros, los
intelectuales contemporáneos, para demostrar lo listos y leídos que son y
publicar reseñas.
Claro que también está la, tristemente, inmensa mayoría, que
sólo conoce (más bien reconoce) los nombres de los homenajeados por una línea
de un libro de texto de cuando iban a la escuela. Menos mal que algunos de
éstos aprovechan las exposiciones, conferencias, celebraciones, etcétera, para
conocer de aquellos algo más que trascienda su nombre y fecha y lugar de
nacimiento y fallecimiento, que es lo que suele ocupar la obra de nuestros genios
culturales en los programas educativos.
Claro que como estamos en la sociedad del exceso, lo que yo
llamo la “Saciedad de Consumo”, ya hay bofetadas por organizar fastos de lo que
sea y me temo que hay puestos en los ayuntamientos de buscadores de efemérides
en Wikipedia para encontrar al remoto y olvidado pintor, bailarín, poeta o hacedor
de catedrales con palillos y bolitas de miga de pan para organizar el
correspondiente festejo… tras el cual el olvido y el desdén volverán a caer
sobre esos artistas, suplantados, también
momentáneamente, por los del año siguiente y así hasta que el presupuesto y la desmemoria aguante.
Y a por el 2017, Año Internacional de la ONU del Turismo
Sostenible para el Desarrollo, con el cuarto centenario Murillo, el quinto de
la Primera Circunnavegación de la Tierra, el primero de José Luis Sampedro y
Fernando Rey, el segundo de Zorrilla…
Ah, Zorrilla:
… ¡España!... ¡te
vuelvo a ver!
Dios tan lejos me hizo
ir,
que temí nunca volver.
Si hoy no me mata el
placer
no debo nunca morir…
…
¡España del alma mía!
Sin orar a Dios por ti
No he pasado un solo
día:
¿quién sabe si
todavía
te acordarás tú de mí?...PS (Supongo que esto de celebrar aniversarios es un tema eminentemente posmoderno. Igual que antes de finales del siglo XIX no había museos, lee uno, por ejemplo, la monumental y enciclopédica "Historia de mi vida" de Casanova, repleta de citas literales de autores clásicos y contemporáneos suyos incluidas de memoria por el genial escritor en su manuscrito, y sin embargo él mismo no hace mención alguna a efemérides o aniversario de esos grandes pensadores que glosa como Séneca, Montaigne, Ovidio...).