Queridos amigos, os invito a transitar juntos mi blog.

Ven, vagamente,
ven, levemente,
ven solo, solemne, con las manos caídas
a tu lado, ven
y trae los montes lejanos junto a los árboles próximos,
funde en un campo tuyo todos los campos que veo,
haz de la montaña un bloque sólo de tu cuerpo...

(Fernando Pessoa)

13 abril 2015

Recital poético

El próximo miércoles...

¿Cuándo, en qué hora
deja de importarnos el dolor
de los demás, ajeno,
y sólo ya nos deleitamos
en el nuestro,
con el enfermizo
placer del yonqui adicto?

¿Cuánto tarda
en pudrirse un corazón
mientras aún late
en un pecho
fingiendo que está vivo?
                     
                        (Destruction Bay, 61º N 138º W)

(Inédito, Jaime Alejandre)

12 abril 2015

Carmen, Compañía Nacional de Danza

La belleza es una de las escasísimas formas en las que la justicia humana se presenta en terrenal esencia.
Su efecto, la emoción, es a su vez la expresión más certera de humanidad. Los animales no sienten esa categoría de emociones relacionadas con lo más íntimo de la raza humana, aquellas emociones que sobrecogen al hombre y a la mujer.
Hace años dejé de aspirar a otra clase de justicia. Renuncié a la paz universal, me resigné a que no se respete a la naturaleza, claudiqué de la moralidad en las relaciones entre los hombres, donde campa la corrupción. Pero salvaguardé siempre el refugio de la belleza.
La he buscado como el náufrago el madero en medio de la galerna. Y siempre que la he encontrado he salido a flote de las más vertiginosas aguas que me arrastraban hacia el fondo, donde apenas la Nada residía.
Si tú eres así, miembro contrito de la comunidad de náufragos, si tú también buscas la belleza como destino único en una existencia por naturaleza efímera, entonces no dejes de acudir antes del 19 de abril al teatro de la Zarzuela de Madrid a dejarte poseer por el asombro estremecedor del espectáculo “Carmen” con los bailarines y bailarinas de la Compañía Nacional de Danza. La dirección y coreografía de Johan Inger, indescriptible, más cercana a las labores de los dioses de ignotos olimpos que a la de meros humanos. La música de Bizet, Shchedrin y Marc Álvarez magistralmente entreverada entre la modernidad y la gtradición. La delicadísima iluminación de Tom Visser convirtiendo la escena en un paisaje de infinitos. La prodigiosa escenografía minimalista de Curt Allen Wilmer donde puertas y espejos se convierten en personajes de la obra. Todos y cada uno de los pasos de baile de los bailarines principales, solistas y cuerpo de una inverosímil delicadeza. Y en fin, el trabajo y la dedicación de todos los participantes en este espectáculo, el más bello que he visto en mi vida, rebosan talento, esa ave en peligro de extinción cuando tantos impostores de artistas en su penosa mediocridad han renunciado a la creación para entregarse a la mera imitación, al impuro plagio, y ni siquiera intentando hacer copias clónicas de lo sublime sino de lo más facilón, lo más ramplón, pensando sólo en la nómina y no en la autenticidad.
No aquí, no. Esta “Carmen”, milagro salvífico en medio de la ruina de nuestros tiempos, conduce a quienes embriagados la disfrutan a un lugar donde no existen las sombras… No os lo perdáis.

(Fotos CND)