Queridos amigos, os invito a transitar juntos mi blog.

Ven, vagamente,
ven, levemente,
ven solo, solemne, con las manos caídas
a tu lado, ven
y trae los montes lejanos junto a los árboles próximos,
funde en un campo tuyo todos los campos que veo,
haz de la montaña un bloque sólo de tu cuerpo...

(Fernando Pessoa)

23 marzo 2018

Carlos Blanco, integrador del saber


Diez años ya de Ediciones Evohé… Ello merece comentario aparte un día de estos, pero valga ahora señalar que comenzamos las celebraciones de nuestro Décimo Aniversario con la presentación ayer del extraordinario libro “La integración del conocimiento” de Carlos Blanco.
Autor que ha venido a sumarse al extraordinario elenco de nuestra colección Didaska (Fernando Lillo, José Tono Martínez, Pilar González Serrano, Fernando R. Genovés, Alberto Bernabé, Fernando Castelló, Daniel Tubau, María R. Gómez Iglesias, Manuel J. Prieto, Carlos García Gual…).
Y lo ha hecho con un ensayo filosófico de una profundidad indispensable en la atonía intelectual que nos asalta por doquier. Libro que constituye la teoría de la epistemología de Carlos Blanco y que está destinado a ser un hito en la filosofía, no solo hispánica, sino universal. Enorme el desafío aceptado por nuestro autor de acometer los resultados de las diferentes ramas del saber insertándolas en un marco más amplio y por lo tanto más claro e iluminador de la realidad en la que vivimos (a la manera de Peter Watson en su libro de divulgación científica “Convergencias”).
Pero valga este comentario no sólo para reseñar lo evidente, la altura intelectual de la obra de Carlos Blanco, sino también para permitirme compartir su excelencia personal, tan rara avis en el mundo de las vanidades de los escritores que demasiado a menudo convierten la labor del editor en un gólgota por obra y gracia de una fatuidad injustificada.
Sin embargo nuestra relación con Carlos Blanco ha sido un cúmulo de facilidades, agradecimiento, flexibilidad, apoyo y empatía. Algo que uno creía que ya jamás vería en su vida mortal. La excelencia humana, intelectual, literaria y científica de Carlos Blanco debería ser un faro a seguir en la oscuridad no solo del conocimiento sino de las emociones que nos hacen humanos.
No en vano Carlos viene a ser un moderno Athanassius Kircher, aquel jesuita barroco de talento tan variado que fue llamado “el último hombre en saberlo todo” (no en vano publicó 44 volúmenes, como su obra “El arte de cómo pensar”, incluyendo estudios de chino, copto, matemática, magnetismo, geología…). Así a la luz de la biografía de nuestro autor (ha publicado una veintena de libros, se licenció simultáneamente con 21 años en filosofía, química y teología, ingresó en la Asociación Española de Egiptología a los once años y ha sido elegido miembro de la World Academy of Art and Science, entre otra miríada de hazañas intelectuales), tal vez hubiéramos de cambiar el epíteto de Kircher por el de “el penúltimo hombre que los upo todo”.
En definitiva, lean el nuevo libro de Carlos Blanco pues es todo un privilegio sumergirse en el pensamiento de un hombre sencillo que pese a ostentar una sabiduría enciclopédica se nos presenta siempre cercano a los que ni con un telescopio astral podremos alcanzar a vislumbrar sus alturas. Y tanto. Si un cráter de la Luna recibió en su día el nombre de Kircher, estamos seguros de que pronto algún cuerpo celeste llevará el nombre de Carlos Blanco.
Aprovecho antes de que tal evento ocurra para hacerle una petición. Ahora que ya contamos con su Teoría Ontológica y su Epistemología, cuando cree su personal Teoría del Lenguaje nos permita a la editorial hacernos partícipes de sus hallazgos.
Finalmente no quiero dejar de reseñar aquí la participación esencial, profunda y restauradora de las esperanzas de este descreído mortal, del doctor Ricardo Pinilla, director del Departamento de Filosofía de la Universidad Pontificia de Comillas. Infinitas gracias por su apoyo al libro de Carlos.

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