Emilio nos ofrece una alegoría del tiempo que vivimos, con tanta emoción como inteligencia. Una película sorprendente y esencial, necesaria. Sutil y contundente (como Tchaikovski, claro), nos muestras descarnadamente el mundo real. Mundo este brutal pero que conserva el tesoro de la esperanza.
Espero equivocarme (mi único deseo en los últimos años es equivocarme en cuanto pueda), y que esta España cainita y mediocre sepa admirar la belleza y el mensaje de esta película. Vamos, estoy seguro de que si la firmara Eliseo Subiela, por ejemplo, la crítica y los espectadores se volverían locos por ella… Pero esperemos, como digo, que algo de iluminación llegue a unos y a otros, y honren como es debido "La venta del paraíso".
Película que en su mensaje central es inmensa pues abarca algunos de los más grandes temas humanos contemporáneos. Y en los detalles pequeños tiene alguno antológico que me ha arrancado literalmente las lágrimas, como las maletas preparadas en la acera en el momento de la detención tras apedrear los bancos. Y mil otros. Y sutiles apariciones como la de Félix Grande alinean los ánimos del espectador con lo de más bello que aún queda, si no en el Ser Humano, sí en algunos seres humanos. Por ejemplo en esta estremecedora tropa de Emilio Ruiz Barrachina, de exquisitos desheredados a la que diariamente intenta humillar la sociedad de los satisfechos…
En fin, lleno de admiración, se me ocurren mil cosas que decir de esta película, que se resumen en GRACIAS, Emilio por esta maravillosa alegoría de nuestras luces y nuestras sombras...
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