Queridos amigos, os invito a transitar juntos mi blog.

Ven, vagamente,
ven, levemente,
ven solo, solemne, con las manos caídas
a tu lado, ven
y trae los montes lejanos junto a los árboles próximos,
funde en un campo tuyo todos los campos que veo,
haz de la montaña un bloque sólo de tu cuerpo...

(Fernando Pessoa)

01 junio 2017

Un poeta necesario

Ernesto Heredero del Campo es un heterodoxo contemporáneo, un ser extraordinario. Tanto que si le pides su CV, pese a ser un inequívoco erudito, diplomático de carrera y magnífico poeta de honda reflexión filosófica, con su proverbial humildad e inocencia te contesta que “nació en 1977 y es un pobre hombre”. Pero con unos cuantos pobres hombres como él se crearía otro Paraíso con mayor fortuna que lo sucedido en este planeta cada vez menos azul, más amarillo de vergüenza.
También nuestro autor se autodenomina “un piernas”, pero a la manera de Oscar Wilde, estos es, sabedor de que vive en el fango, pero siempre mirando a las estrellas.
Doctorando en Wittgenstein, seguramente porque como el filósofo vienés sabe que el lenguaje desempeña una esencial función en la experiencia y se corresponde con el mundo de igual manera que una pintura o una maqueta se corresponden con el mundo que intentan representar. No es raro entonces que un cierto “misticismo casi-schopenhaueriano” se trasluzca en sus versos, iluminados por la revelación.
En fin, como es sabido, el Tractatus Logico-Philosophicus de Ludwig Wittgenstein sufrió un tortuoso camino, grandes dificultades para encontrar editor; la primera editorial a la que presentó su libro accedió a publicarlo sólo si él costeaba la impresión y el papel. En Ediciones Evohé, sabedores de que lo único que podemos hacer para conseguir que el talento cierto vea la luz es poner a disposición de los lectores libros como Fatiga os ofrecemos aquí la oportunidad única de convertiros en más sabios y más sensibles con los versos de Ernesto.
“Fatiga”, de Ernesto Heredero del Campo, www.goo.gl/WzvRJf
(https://www.edicionesevohe.com/products-page/el-desvan-de-las-palabras/fatiga-ernesto-heredero-del-campo).
(Selección de poemas a cargo de Marga Sánchez Arias)

II

Late mi corazón como si fuera una pieza de piano,
mis diccionarios tienen las palabras descolocadas.
Los cuerpos cuando se separan
hacen el mismo ruido que cuando se separan dos yogures.
Por mi vida desfilan ordenadamente decepciones
que van cayendo por el infinito.
Escribo desde un sótano, descalzo,
mi ángel de la guarda está en urgencias.
En el exterior, los seres humanos se comportan como insectos.
Pero, a diferencia de los insectos,
huelen a alcohol.

XI

El desorden del jardín por el que pasean
los que se han convertido en lo que no quisieron ser.
Los pájaros de ese jardín se quejan del tiempo
y duermen poco.
En ese jardín mueren los niños y nacen los ancianos.
Bajo una lluvia nocturna cuyo lenguaje todos desconocen.

XV

La noche golpea mi cristal
con el puño cerrado de sus sombras.
Yo digo que no estoy pero ella cree
que mi alma le pertenece,
y ríe desdentada y ruidosamente.
Este desierto ¿qué trajo?
Me despojo.
Demasiado no es suficiente.

XVI

Yo viviré después del dolor,
después de la frontera de la página.
Como si fuera posible un día deambular
sin el peso del dolor, y volver
a mi estatura y a mi luz.
Del naufragio me traje un tesoro dudoso
que ahora observo en silencio pensando que nadie —ni siquiera
Cristo—

admitió una derrota que no fuera a convertirse en victoria.

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