Queridos amigos, os invito a transitar juntos mi blog.

Ven, vagamente,
ven, levemente,
ven solo, solemne, con las manos caídas
a tu lado, ven
y trae los montes lejanos junto a los árboles próximos,
funde en un campo tuyo todos los campos que veo,
haz de la montaña un bloque sólo de tu cuerpo...

(Fernando Pessoa)

06 marzo 2019

Las calles del perro cojo, Fernando Sanz Félez


La fortuna a veces nos hace un regalo inesperado. Por ejemplo, cuando apareció aquel “baúl lleno de gentes” en el que Fernando Pessoa guardó sus infinitas páginas inéditas. Tardamos cincuenta años en que alguien las recogiera y ordenara y editara, pero al final pudimos leer “El libro del desasosiego”, uno de los pilares de la literatura humana del siglo XX.
Menos mal que en esta ocasión apenas hemos tenido que aguardar diez años, los que median entre que Fernando Sanz Félez escribiera una de las mejores novelas del siglo XXI español, y que algunos tuviéramos no solo el privilegio de leerla sino de publicarla.
En efecto, “Las calles del perro cojo” (ediciones Evohé, https://bit.ly/2UIXJKx) es una novela de esas, muy pocas, con las que a uno le vuelve arrebatado el gusto por la narrativa, después de haberse refugiado en el ensayo huyendo de tanta mediocridad novelística contemporánea.
La forma de narrar y el contenido de la propia historia de Fernando son absolutamente extraordinarios. Y se lee de un tirón, con esa facilidad con la que solo los verdaderos maestros saben urdir párrafos de una dificultad que muy pocos son capaces de afrontar como escritores. Así, como si nada. Igual que las piruetas del trapecista parece que las haría cualquiera… Ya, ya... cualquiera…
No voy a desvelar el contenido de la novela para mayor disfrute de los que se decidan a poner a un lado tanta tontuna y entregarse al placer absoluto de esta historia de historias en la que la descripción de los personajes (la más perfecta descripción que yo recuerdo en años), no se hace mediante adjetivos y retratos, sino escogiendo con inigualable ojo las experiencias esenciales de una persona imbricándolas desde el pasado en el presente. Componiendo así la verdadera personalidad de los protagonistas, personalidad que reside en contar que sea alto o bajo, rubio o moreno, ni en relatar de pé a pá las vicisitudes de su existencia pretérita y actual, sino precisamente en saber escoger las claves, sencillas o complejas, de un ser para hacérnoslo identificable claramente y que sea imposible confundirlo ya con nadie.
En fin, hay novelas que a uno lo noquean, como “Viaje al fin de la noche” de Celine… Ésta no dejará indiferente a ningún lector. Y nos causa envidia y sonrojo a más de uno de los que nos la damos de escritores. Ya, ya… escritores…
Eso sí, como “las perfección es fascista”, que dijo aquel, tendré que señalar un error garrafal de esta imprescindible novela de Fernando Sanz Félez. Es insoportable el hecho de que solo tenga 224 páginas cuando uno habría deseado disfrutar de ella en un millar de resmas… Esperemos a la siguiente con quijotesca expectación.


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