Queridos amigos, os invito a transitar juntos mi blog.

Ven, vagamente,
ven, levemente,
ven solo, solemne, con las manos caídas
a tu lado, ven
y trae los montes lejanos junto a los árboles próximos,
funde en un campo tuyo todos los campos que veo,
haz de la montaña un bloque sólo de tu cuerpo...

(Fernando Pessoa)

01 septiembre 2019

Un ecce homo descifra un enigma serrano


 Salía a entrenar esta mañana justo al despuntar del alba (hoy el sol asomaba a las 0740 en la sierra de Guadarrama) con la intención de correr desde las inmediaciones del Puerto del León, yendo por el PR-30 a conectar con la Pista Forestal llamada de la Calle Alta hasta llegar hoy al Collado de Marichivia (a partir de ahí al pista se denomina Vereda del Infante hasta el puerto de la Fuenfría). Mi recorrido: Alto del león-Collado Marichivia y vuelta, 21 km.
Tenía una intención añadida este recorrido, descubrir por qué el PR-30 no enlaza con la Pista Forestal, estando a tiro de piedra (bien tirada, claro, 800 metros entre ambos caminos, a puro campo a través, partiendo de los 1340 metros hasta llegar a los 1620).
Pues bien, ya lo he descubierto, y en carne propia tal y como han quedado mis piernas y brazos, tipo ecce homo, tras triscarme peña arriba y luego abajo entre unos imposibles brezos y enebros, matorrales duros como la piedra, altos en lugares hasta los dos metros, y adornados de espinos del tamaño de la cuerna de alguna de las vacas cuyas sendas he ido siguiendo como he podido para llegar al collado del Rey, hasta conectar con la Pista Forestal y seguir a la carrera la ya leve ascensión hacia Marichivia. Tela marinera trazar un camino de uno a otro lado y para nada.
En fin, sea como sea, me haya dejado como me haya dejado la epidermis por los campos de Guadarrama, escasísimo precio a pagar me parecen unos rasguños cuando se puede disfrutar de un amanecer como este, unas flores silvestres en lo alto como estas…
Colofón: Estas otras flores, de plástico, que he encontrado al lado de mi coche al regresar… ¿eran presagio de lo que iba a sufrir, pura amenaza de palmarla, o recompensa por haber conseguido terminar el trayecto previsto pese a las dificultades surgidas? Porque bien saben los corredores que, en una media maratón como esta, los primeros 18 kilómetros no valen para nada, son mero preámbulo. El verdadero entreno son solo los últimos tres kilómetros, más aún cuando ya desde el principio sabes que acabarán cuesta arriba, tendida pero con sus mortales repechos. Sí, solo cuentan esos últimos tres kilómetros, cuando la cabeza y el cuerpo se alían para convencerte de que te pares. Y no lo haces.

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