Queridos amigos, os invito a transitar juntos mi blog.

Ven, vagamente,
ven, levemente,
ven solo, solemne, con las manos caídas
a tu lado, ven
y trae los montes lejanos junto a los árboles próximos,
funde en un campo tuyo todos los campos que veo,
haz de la montaña un bloque sólo de tu cuerpo...

(Fernando Pessoa)

16 agosto 2019

Triscando por lugares de nuestra historia


 Hoy he ido a entrenar a uno de mis lugares favoritos de la Sierra de Guadarrama, a la altura del Alto del León (1510 m). Normalmente hago la ruta suroeste hacia Cabeza Líjar y Peregrinos. Hoy he tomado la noreste, hacia La Peñota (1944 m) pasando por la Peña del Arcipreste de Hita, Cerro de Matalafuente, Peña del Cuervo y Cerro del Mostajo siguiendo el GR 10, que en el ataque a La Peñota lo hace por una subida a trepa que tiene sus bemoles (aprovecho para hacer público agradecimiento a los montañeros que mantienen las señalizaciones de los GR!!).
Siempre que corro por uno u otro de estos recorridos recuerdo a mi abuelo Paco. Le pilló la Guerra como Brigada en el Regimiento de Transmisiones de El Pardo, famoso por haber protagonizado una arriesgada huida de Madrid para incorporarse a las tropas nacionales. Aunque lo iban a hacer por el puerto de Morcuera, las dificultades para atravesar el tradicional feudo comunista de Colmenar Viejo, provocaron el desvío de la columna hacia Hoyo de Manzanares, mi Torrelodones y Collado Villalba para subir al final hacia Navacerrada.
A los muy pocos días, una vez al otro lado de la sierra acaba con su regimiento en el Alto del León. Pese a ser de Trasmisiones se los empeña en actuaciones puramente de Infantería. Tanta bravura mostró tanto el bando nacional como el republicano que desde entonces al puerto se le conoce comúnmente como el Alto de los Leones.
Cuando uno se mueve por aquellos caminos todavía se encuentran fortificaciones de la Guerra. Así no deja de impresionarme que hace demasiado poco nuestros compatriotas se mataran unos a otros, hermanos a hermanos por la dolorida geografía de España.
En esos riscos hirieron por primera vez a mi abuelo, ya ascendido a alférez. Recuerdo cómo me enseñaba las cicatrices que le dejó la metralla y que tantas historias hicieron bullir en mi aventurera imaginación. Recibió por ello la Medalla Militar Colectiva.
De allí mi abuelo iría a la Batalla de Brunete, a la de Teruel… allá donde más sangre se derramó. En Brunete, en el sector de Navalagamella, junto a su capitán, un sargento y un cabo, restablece las comunicaciones bajo un nutrido fuego en el que el capitán, Luis Díez Alegría, es herido de bala siendo evacuado a hombros por mi abuelo, acción por la que se le propone para la Medalla Militar Individual. Eran otros tiempos y la propuesta de recompensa a un mero alférez “chusquero” (mi abuelo para ascender en la escala social, pues era un mero campesino de Velilla de Jiloca, se reenganchó en la Mili y con ímprobos esfuerzos fue ascendiendo de soldado a cabo, sargento…)  simplemente quedó anotada en su Hoja de Servicios. El capitán herido, sin embargo, obtuvo un avance en la Escala.
En todo caso, el futuro general Díez Alegría siempre profesó un leal afecto a mi abuelo, con el que mantuvo cercana amistad hasta el final de sus días (los de mi abuelo). Algo muy reseñable pues mi abuelo a duras penas se retiró de comandante mientras que Luis Díez Alegría llegaría a ascender a teniente general, siendo el más joven de España en alcanzar dicho grado. Se le nombró Capitán General de la VII Región Militar y posteriormente fue Director General de la Guardia Civil, Jefe de la Casa Militar del entonces Jefe del Estado, Francisco Franco, hasta 1975 y Senador por designación Real entre 1977 y 1979. Ninguno de esos importantes cargos empeció de vanidad la amistad con quien a hombros le había salvado la vida.
En fin, que recorrer en mis entrenos estas cumbres me conecta no solo con la naturaleza que me circunda sino con la naturaleza humana de la que provengo. Espero algún día llegar a estar a la altura…

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