Mañana hará 50 años que el poeta Luis Cernuda no está
con nosotros ("Nadie podrá ya evocar para el mundo lo que en el mundo termina
contigo", dejó dicho). Qué cosas, el tiempo. 50 años también que yo
mismo estoy presente en ese mundo. Tanta ausencia necesaria de uno, tanta presencia
prescindible de otro.
Hoy quiero dejar constancia aquí de lo mucho que Luis
Cernuda imprimió en mi biografía. Algunos de los momentos de estremecimiento
poético más importantes de mi vida. Su "Escrito
en el agua", su "Peregrino"
son poemas que he leído y releído como
los derviches giróvagos, una y otra y otra y otra vez incansablemente hasta
caer en ese aparente aturdimiento que ilumina en la oscuridad impenetrable de
algunas existencias…
Desde
niño, tan lejos como vaya mi recuerdo, he buscado siempre lo que no cambia, he
deseado la eternidad. Todo contribuía alrededor mío, durante mis primeros años,
a mantener en mí la ilusión y la creencia en lo permanente: la casa familiar
inmutable, los accidentes idénticos de mi vida. Si algo cambiaba, era para
volver más tarde a lo acostumbrado, sucediéndose todo como las estaciones en el
ciclo del año, y tras la diversidad aparente siempre se traslucía la unidad
íntima.
Pero
terminó la niñez y caí en el mundo. Las gentes morían en torno mío y las casas
se arruinaban. Como entonces me poseía el delirio del amor, no tuve una mirada
siquiera para aquellos testimonios de la caducidad humana. Si había descubierto
el secreto de la eternidad, si yo poseía la eternidad en mi espíritu, ¿qué me
importaba lo demás? Mas apenas me acercaba a estrechar un cuerpo contra el mío,
cuando con mi deseo creía infundirle permanencia, huía de mis brazos dejándolos
vacíos.
Después
amé los animales, los árboles (he amado un chopo, he amado un álamo blanco), la
tierra. Todo desaparecía, poniendo en mi soledad el sentimiento amargo de lo
efímero. Yo solo parecía duradero entre la fuga de las cosas. Y entonces, fija
y cruel, surgió en mí la idea de mi propia desaparición, de cómo también yo me
partiría un día de mí.
¡Dios!,
exclamé entonces: dame la eternidad. Dios era ya para mí el amor no conseguido
en este mundo, el amor nunca roto, triunfante sobre la astucia bicorne del
tiempo y de la muerte. Y amé a Dios como al amigo incomparable y perfecto.
Fue
un sueño más, porque Dios no existe. Me lo dijo la hoja seca caída, que un pie
deshace al pasar. Me lo dijo el pájaro muerto, inerte sobre la tierra el ala
rota y podrida. Me lo dijo la conciencia, que un día ha de perderse en la vastedad
del no ser. Y si Dios no existe, ¿cómo puedo existir yo? Yo no existo ni aun
ahora, que como una sombra me arrastro entre el delirio de sombras, respirando
estas palabras desalentadas, testimonio (¿de quién y para quién?) absurdo de mi
existencia.
(De
Ocnos, 1942)
Peregrino
¿Volver? Vuelva el que tenga,
Tras
largos años, tras un largo viaje, Cansancio del camino y la codicia
De su tierra, su casa, sus amigos,
Del amor que al regreso fiel le espere.
Mas,
¿tú? ¿Volver? Regresar no piensas,
Sino
seguir libre adelante, Disponible por siempre, mozo o viejo,
Sin hijo que te busque, como a Ulises,
Sin Ítaca que aguarde y sin Penélope.
Sigue,
sigue adelante y no regreses,
Fiel
hasta el fin del camino y tu vida, No eches de menos un destino más fácil,
Tus pies sobre la tierra antes no hollada,
Tus ojos frente a lo antes nunca visto.
(De
Desolación de la quimera, 1962)
Otros como puñales,
Otros como cintas de agua;
Pero todos, temprano o tarde,
Serán quemaduras que en otro cuerpo se agranden,
Convirtiendo por virtud del fuego a una piedra en un hombre.
Pero
el hombre se agita en todas direcciones,
Sueña
con libertades, compite con el viento, Hasta que un día la quemadura se borra,
Volviendo a ser piedra en el camino de nadie.
Yo,
que no soy piedra, sino camino
Que
cruzan al pasar los pies desnudos, Muero de amor por todos ellos;
Les doy mi cuerpo para que lo pisen,
Aunque les lleve a una ambición o a una nube,
Sin que ninguno comprenda
Que ambiciones o nubes
No valen un amor que se entrega.
(De
Los placeres prohibidos, 1931)
Convocatoria acto de homenaje en el Ateneo de Madrid:
http://www.jaimealejandre.blogspot.com.es/2013/10/homenaje-cernuda.html
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