Queridos amigos, os invito a transitar juntos mi blog.

Ven, vagamente,
ven, levemente,
ven solo, solemne, con las manos caídas
a tu lado, ven
y trae los montes lejanos junto a los árboles próximos,
funde en un campo tuyo todos los campos que veo,
haz de la montaña un bloque sólo de tu cuerpo...

(Fernando Pessoa)

01 febrero 2015

Gino Paoli

Hace cuarenta años me dormía escuchando en la radio (pegada a mis adolescentes oídos para que mi padre no se enterara) un programa de peticiones del oyente que se llamaba Radio Go, entre las once y las once y media de la noche.
Allí conocí grandísimas canciones, pero entre todas siempre se erigió como un himno de mi romanticismo endémico “Il cielo in una stanza” de Gino Paoli.
Después conocí inmensas obras de esta extraordinario compositor y cantante cuya vida es en sí misma una canción, trágica y apasionada. Por desamor en 1963 se pegó un tiro en el pecho pero sobrevivió, aunque no pudieron sacarle la bala del tórax porque ello le podría causar la muerte y desde entonces vive con el proyectil junto a su corazón.
Tras decenas de discos imprescindibles, en 2012 grabó su actuación en directo acompañado sólo por el piano de jazz de Danilo Rea. De esto quiero hablar ahora. El disco “Due come noi che…” (Distribuido por EGEA MUSIC) es una de esas maravillas ocultas, secretas, que demasiado a menudo pasan desapercibidas en estos tiempos de la dictadura de la banalidad.
No perdáis vosotros, amigos, la oportunidad de conseguirlo. No os arrepentiréis. Las versiones de “Perduti”, “Vedrai, vedrai”, “Che cosa c’é”, “Il cielo in una stanza”… y así hasta las dieciséis piezas del disco (incluida una gran adaptación del “Ne me quitte pas” de Jacques Brel), tienen una grandeza emocional de esas que sólo adquieren su quintaesencia tras el trascurso de toda una vida. La hondura de la voz de Paoli, la desnudez del piano de Rea son monumentos inmortales a la belleza obra de mortales humanos…
Se dice que el paso del tiempo convierte a los buenos vinos en caldos extraordinarios. No siempre es cierto, la verdad. A veces el trascurso de los días sólo nos muestra con mayor claridad la falsedad de lo que creíamos magnífico y era simplemente “resultón”. Y al catar ese vino, pasados muchos años, descubrimos que sólo queda de él el vinagre.
No así con Gino Paoli que con este disco suyo nos regala una sensibilidad resistente a todas las infamias de la decadencia…

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