Extravagante homenaje a la mayor poeta española actual,
Elvira Daudet, Dama de la Poesía de España. Extravagante homenaje, digo, por
contar con ella en vida, ya que este país adicto al gorigori, sólo se acuerda
de sus talentos y genios cuando faltan.
Podría empezar contándoos cómo nos conocimos Elvira y yo
hace veinte años pero cada uno de nosotros tiene una primera vez con Elvira y a
todos nos une la experiencia de que tras conocerla y leerla cambió de arriba a
abajo nuestra existencia así que me ahorro la anécdota y comparto sólo que,
como a todos, mi mundo de la emoción y el compromiso en el hecho y la palabra
tiene un antes y un después del Big Bang de la llegada de Elvira Daudet a mi
biografía.
En todo caso, con el pudor de los ignorantes que al menos
son conscientes de sus limitaciones, doy las gracias a la Fortuna por haberme puesto
inmerecidamente en el camino de una escritora esencial. Novelista, periodista,
poeta imprescindible de estos atribulados tiempos de atonía intelectual en los
que malvivimos.
Mujer. Mujer de una pieza que nadie puede imitar. Ni los
chinos, que todo lo copian. Mujer con una vida más ardiente y apasionante que
sus propias obras. Mujer desconcertante que, por ejemplo, tenía el carné del
Partido Comunista pero no el carné de conducir. Y conducía.
Mujer, sí, desconcertante, porque llamará posiblemente la atención
que alguien con su abrumadora vitalidad nos hable con tanta profundidad del
desaliento, la amargura, la pérdida y la muerte, y lo haga con esa voz suya
terrible, que sin embargo no nos provoca en el alma la destrucción del tsunami
sino que nos sacude como quien nos acuna, no para dormirnos, precisamente, sino
para despertarnos a la vida.
Pero esto ocurre porque Elvira Daudet es Mujer, auténtica
Mujer, verdadera Mujer hasta el tuétano. Porque conoce como pocos qué es esa creatura a la que llamamos vida. Y como
la vida real no es más que un sumatorio infinito de contradicciones, cuando
ella la describe con sus versos o sus prosas alcanza insospechadas cotas de
emoción y clarividencia. Porque Elvira Daudet es esencialmente memoria en la
palabra, de su norte a su sur, las 24 horas del día y de la noche, yendo y
viniendo, here, there and everywhere que dijeron los Beatles.
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Concluyo. El replicante de Blade Runner nos dijo “he visto
cosas que no creeríais…” y añadió después que todas esas cosas “se perderán
como lágrimas en la lluvia”. Pues bien, yo también he visto. Sí, cada vez que
he asistido a un recital de Elvira Daudet he visto lágrimas, lágrimas en los
ojos de los asistentes, lágrimas que no se perderán jamás en la lluvia del
olvido porque nos acompañarán siempre en tus versos.
En nombre de todos, Elvira, gracias por haber consentido
vivir en nuestros años. Gracias por ser.
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