Corrupción Endemia, parece el nombre y apellido del personaje
de una novela de realismo mágico, pero lo es de realismo a secas. España ya es
un delirante país que no cesa de sorprendernos, renovando en nuestros contritos
espíritus la capacidad de asombro. Algo, bien mirado, muy de agradecer.
Ya hace días por fin se ha hecho pública la maloliente
noticia de los desmanes plagiarios de un tipo llamado Darío Frías que se ha
dedicado a ganar sustanciosos premios de poesía con poemas de otros.
http://www.elcomercio.es/culturas/libros/201608/03/poeta-versos-ajenos-20160803002122-v.html
http://www.diariosur.es/culturas/201608/03/poeta-versos-ajenos-20160803003614-v.html
El pobre es, además de tan repugnante, tan lerdo como para
haber reconocido de facto su plagio devolviendo la dotación del premio Blas de
Otero.
http://majadahondamagazin.es/poeta-dario-frias-renuncia-al-premio-blas-otero-majadahonda-devuelve-los-6-000-euros-43191
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Pero así es, este tipo inmundo (que la cara es el espejo del
alma no es capricho mío, es sabiduría popular. Y a la luz de la jeta de este
plagiario se debía haber sabido antes la ausencia total de talento de su alma),
este tipo inmundo, digo, no sólo ha pretendido robar el talento de otros poetas
como Carlos Aganzo o Jorge de Arco, también ha estafado a instituciones públicas
y ha afanado a quien fue finalista (y no hablo de oídas) la posibilidad de unir
el nombre de Blas de Otero al propio.
Pero en esto de la corrupción no me quedo sólo en la
corrupción económica, el robo impuro y duro. También quiero tener una breve
reflexión sobre la corrupción intelectual. Si este tipo, malversando literalmente
versos a mansalva consigue ganar tres premios seguidos en año y medio, ¿no será
indicador de que hay un “patrón” de poesía ganadera (de ganar y de ganado,
bovino, por ejemplo)?, ¿no será que impera una horma estética y temática
dominante?, ¿no será que existe un canon biempensante demasiado establecido y
acuñado entre los jurados de poesía que acaban casi siempre premiando lo previsible?
Claro, aquí, por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa, me duelo “por mí y por todos mis compañeros”
(Julio Castelló, Rafael Borge…) teniendo en cuenta nuestro currículum de
finalistas y accesiteros que casi nunca sacan el primer premio por mor, me
temo, de la heterodoxia, ese demonio del que los españoles llevan huyendo desde
Averroes…
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