Queridos amigos, os invito a transitar juntos mi blog.

Ven, vagamente,
ven, levemente,
ven solo, solemne, con las manos caídas
a tu lado, ven
y trae los montes lejanos junto a los árboles próximos,
funde en un campo tuyo todos los campos que veo,
haz de la montaña un bloque sólo de tu cuerpo...

(Fernando Pessoa)

17 abril 2019

Netflix y Satán



Un karma, incomprensible para mí, se ha instalado en el mundo del cine y de las series… un karma contra Netflix, considerado como el magíster lucifer del pensamiento único que ya sin paliativos va a conquistarnos. Gran parte con quienes hablo se echan a temblar augurando un mundo donde los “contenidos” audiovisuales estarán dominados por los pérfidos netflixadores y acabará la heterodoxia intelectual. (Curiosamente estos que hablan no se espantan de igual manera por HBO o Amazon Prime, o… Misterios).
Mi visión del tema no puede ser más distinta.
Para pensamiento único del de verdad de toda la vida ya tenemos decenas de años de la dictadura hollywoodiense del happy end, la dialéctica de la venganza en superhéroes y meros mortales, y el sacrosanto modelo de familia cristiana del pleistoceno.
Sin embargo, muchas series y películas que hoy por fin se producen y a las que tenemos acceso (por el precio de dos paquetes de tabaco) incluyen narrativas de la diversidad humana en un amplísimo sentido. En la oferta convive la posibilidad de optar por series trasgresoras o puras comedias, películas románticas o documentales sobre el heroísmo en las guerras del siglo XX.
Creo que gracias a las plataformas están llegando a la pantalla propuestas que antes se perdían en el olvido. ¿Qué televisión, qué distribuidor, qué sala de cine habría emitido "Black man, white skin", un documental del director español José Manuel Colón sobre las atrocidades cometidas sobre los albinos en África?
¿De verdad creemos que una serie tan extraordinaria como “After life” (gracias Iñigo Pereyra Urdíroz por el soplo. No os la perdáis, amigos) habría visto la luz en los canales tradicionales?
Bienvenida sea la oferta cultural que hoy se ha ampliado considerablemente y que permite elegir (o rechazar) con mayor libertad. De un modo más ancho y profundo que el de gran parte de la industria cinematográfica norteamericana. Industria que también producía rarezas, no lo dudo, pero en menor medida y a menudo solo visibles en festivales.
En fin, tal vez me equivoque. Eso ni siquiera sería lo peor. Ya lo dijo Gregorio Marañón: “El hombre que no duda es un peligro para los demás”.

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