Queridos amigos, os invito a transitar juntos mi blog.

Ven, vagamente,
ven, levemente,
ven solo, solemne, con las manos caídas
a tu lado, ven
y trae los montes lejanos junto a los árboles próximos,
funde en un campo tuyo todos los campos que veo,
haz de la montaña un bloque sólo de tu cuerpo...

(Fernando Pessoa)

13 marzo 2014

HER y Nerval

HER, película indispensable que para mí culmina la particular Tríada de la Soledad en ciencia-ficción: Blade Runner, el hombre ante la angustia de la mortalidad; El show de Truman, el hombre ante el enigma de la propia identidad; HER, el hombre ante el vértigo de las relaciones humanas, del amor y el desamor; el hombre ante el desconcierto del duelo.

Y ahora tras esta recomendación, otra parte de mí va y encuentra una relación intensa, aunque arcana, entre esa película y el momento que vivo y me vive, y por eso os regala este soneto de Gérard de Nerval de cuya traducción sólo yo soy culpable convicto y confeso. A nadie más se culpe...

 
Épitaphe
 
Il a vécu tantôt gai comme un sansonnet,
Tour à tour amoureux insoucieux et tendre,
Tantôt sombre et rêveur comme un triste Clitandre.
Un jour il entendit qu'à sa porte on sonnait.

C'était la Mort ! Alors il la pria d'attendre
Qu'il eût posé le point à son dernier sonnet ;
Et puis sans s'émouvoir, il s'en alla s'étendre
Au fond du coffre froid où son corps frissonnait.

Il était paresseux, à ce que dit l'histoire,
Il laissait trop sécher l'encre dans l'écritoire.
Il voulait tout savoir mais il n'a rien connu.

Et quand vint le moment où, las de cette vie,
Un soir d'hiver, enfin l'âme lui fut ravie,
Il s'en alla disant : " Pourquoi suis-je venu ? ".


Epitafio

Vivió, alegre a veces, como el estornino,
acá amoroso y tierno, allá descuidado,
a veces sombrío y soñador como un triste Clitandro,
un día escuchó en su puerta alguien llamando.

¡Era la Muerte! Entonces reclamó que le esperase
a que pusiera el final punto a su postrer soneto;
después, sin conmoverse fue a acostarse
al fondo del frío ataúd donde se estremeció su cuerpo.

Fue un holgazán, la historia nos contó,
que la tinta en la escribanía se secara, asaz dejó.
Saberlo todo quiso, pero nada conoció.

Y llegado ya el momento en que, cansado de vivir,
una noche invernal, su alma reposó feliz,
se alejó él diciendo: "¿para qué tuve que venir?".

1 comentario:

Julio Castelló dijo...

Indispensable Her, ciertamente.