“Antoine de Saint-Exupéry”, aviones de papel”, Montse
Morata, Editorial Stella Maris, 2016, (313 pp), finalista del II Premio Stella
Maris de biografías y memorias.
Por fin una biografía de Saint-Exupéry escrita por una
autora española. Una biografía que tal vez alcance a desmontar el triste lugar
común que tergiversó malintencionadamente la obra de Saint-Exupéry presentándola
como la de un escritor juvenil si no infantil. Nada más lejano de la realidad.
Saint-Exupéry es uno de los grandes humanistas del siglo XX a la altura de
Albert Camus. Otra cosa es que el cainismo de turbios personajes como el
general Charles de Gaulle se impusiera la tarea de vilipendiar al hombre libre
que fue siempre el autor de “Tierra de hombres” y otros libros inmensos entre los
que destaca “El Principito”, obra maestra de la concisión, la reflexión y la sensibilidad
del Hombre Nuevo que aspiraba alentar Saint-Exupéry en el momento mismo (la II
Guerra Mundial) en el que toda la Humanidad pendía del hilo de la extinción.
Montse Morata, magnífica periodista y escritora de la que
apenas conocíamos su poesía, viene a cubrir un vacío incomprensible, el del conocimiento
del autor francés, apenas ocupado por algunas buenas publicaciones pero menores
por su alcance, como lo escrito sobre el novelista y aviador francés en Letras
Libres por Pedro Sorela, prologuista también de la edición del volumen que
contiene “Tierra de los hombres”, “Carta a un rehén” y Carta al general X”,
traducidos por Gabriel Mª Jordà Lliteras, en Círculo de Lectores, 2000.
Biografías, memorias o escritos conexos sobre Saint-Exupéry
ya conocíamos traducidos al español estudios indispensables como el de Luc
Stang “Saint-Exupéry visto por sí mismo”, Editorial Magisterio Español, 1971,
un texto preciso y precioso que ahonda en la etopeya del autor “más soñador que
travieso”, Señor del Desierto, que “junto con T.E. Lawrence y André Malraux es
el prototipo del escritor que comprometió su vida en su obra”.

Y ahora a ello sumamos el extraordinario libro de Montse
Morata que con un inicial enfoque de memoria literaria nos desvela las claves
esenciales de la peripecia vital de Exupéry en un contexto marcado por lo
político (las guerras), lo aventurero (pionero de la aviación), lo literario
(periodístico como novedad) y también por las contradicciones amorosas de una
existencia marcada por la soledad pese a (o más bien “debido a”) sus relaciones
sentimentales, muy especialmente en lo concerniente a su madre y a Consuelo, su
esposa y “rosa” de El Principito.
Y precisamente porque cuando Montse Morata se deja arrebatar
por su pasión literaria es cuando nos ofrece sus mejores y más emocionantes
páginas es por lo que creo que cuanto más despoje a su texto de su inicial
carácter de tesis doctoral más contundente será para nosotros, lectores. Lo que
tiene sentido en un pasaje académico, la repetición de algunos extremos como la
premeditada venganza de de Gaulle y algunas otras que se encuentran en el libro,
no son necesarias en un ensayo literario y le pueden restar frescura a la
narración de una biografía de una viada que como la del aviador es más
novelesca que una auténtica novela. Algo que además tiene que ver con la propia
manera de redactar de Exupéry, cuyos libros navegan las engañosas aguas de la
novela y del ensayo… tanto como para que alguno de sus libros se publicara como
novela en unos países y como ensayo en otros.
Por todo ello las más altas cotas de emoción se encuentran
en el libro de Morata en su primer capítulo que no casualmente se titula “¡Hay
que ser un incendio!”, y que tengo subrayado de principio a fin; igual que el
de la conclusión “Escribir con la muerte” donde la autora y doctora en
periodismo por la UCM nos agarra por el pecho, nos zarandea el alma y nos deja
sin resuello. Como debe ser.
En todo caso la prosa de Morata, a imagen y semejanza de la
de su biografiado, rezuma lirismo y es de una altura a la que ya estamos poco
acostumbrados. Y hay que agradecer a Morata su esfuerzo de años para ofrecernos
este libro. Como dice Luc Stang, “hace falta heroísmo y genio para dar cuerpo
siendo ya hombre a lo que de niño se ha soñado”. Montse Morata ha derrochado
heroísmo, talento y generosidad en su obra.
Finalmente, por todo esto, en las “peticiones del oyente” me
atrevería a solicitarle a Montse Morata y sus editores que en la segunda
edición de su libro (ya pronto en imprenta imagino, pues todo parece indicar
que ha vendido en tiempo récor dos mil ejemplares, inquietante señal de que en
España no todo es Belén Esteban… ¡renace la esperanza!) se incluya un anexo con
la traducción de la propia Montse Morata de esos artículos periodísticos de los
que nos habla y que bien merecen ser publicados (más aún si, como dice nuestra
autora, -páginas 168 y 210- ni siquiera están recogidos en las Oeuvres complètes de La Pléiade). Esta
petición mía se basa en que precisamente Montse Morata en esta biografía dedica
especial atención a una faceta muy poco conocida de Exupéry, la de periodista
(algo que hizo a la fuerza movido por necesidades económicas), y es uno de los
grandes aciertos de su premiada biografía.
No obstante, al menos los artículos periodísticos de Exupéry
en L’Intransigeant y en Paris-Soir referentes a la Guerra Civil española (y
hasta su “Carnets”, Cuaderno de notas) se pueden consultar íntegros en “Un
sentido a la vida. Visiones de España 1936-1938”, Antoine de Saint-Exupéry,
edición, traducción y prólogo de Gabriel Mª Jordà Lliteras, Círculo de Lectores,
1995.
Quiero añadir que la extraordinaria biografía de Morata
además nos permite conocer la visión de Exupéry de la dolorida España del 36 así
como la interpretación de la iconografía de El Principito en la auténtica vida
del escritor francés.
En definitiva no dejen de leer esta magnífica obra con la
que no sólo conocerán en profundidad al autor del libro más vendido y traducido
del mundo junto con la Biblia y el Corán, (incluida la decepción que a uno le
puede causar saber que Exupéry consultaba a videntes… lo que se compensa, en
todo caso, con las hazañas que protagonizó recorriendo desiertos y montañas,
cruzando inmensidades a través del cielo) sino que ahondarán, ustedes,
lectores, en los valores del humanismo, el individuo (que nada tiene que ver
con su contrario, individualismo), la libertad de pensamiento, la resistencia a
los arquetipos y prejuicios, el papel esencial de la amistad para entender el
mundo, el heroísmo y la audacia, contrarios a la temeridad, la importancia de
la acción (y de la inacción), la necesidad de la invención para progresar pero
la cautela a la vez ante la amenaza del maquinismo asolador del hombre, la
responsabilidad moral de cada uno de nosotros por crear lazos y no exclusiones,
etcétera. Y también en relación con el pequeño mundo de los escritores
aprenderemos en esta biografía gracias a Exupéry que “la perfección no se
consigue cuando no hay nada más que sumar (a lo escrito) sino cuando no hay
nada más que restar”. Sí sus concisos libros ofrecen una contundencia
inigualable, tan difícil de conseguir que él bien sabía que su escritura estaba
impregnada de elitismo, pero no del que establece una superioridad moral sino
el que pretende atraer a todos hacia lo más alto. No obstante Exupéry siempre
dijo preferir vender apenas cien ejemplares de un libro que no le hiciera
enrojecer que seis millones “de un nabo”.
Gracias al cielo y pese a sus bochornosos detractores,
Exupéry trascendió su propia existencia, corta (apenas 44 años) pero intensa, y
hoy y siempre pervive y perdurará para señalarnos a cada uno el camino de
ascensión a nosotros mismos, habitando él el lugar que le corresponde, seguramente
un asteroide cercano al B 612, en la inalcanzable gloria de los más luminosos soñadores.
3 comentarios:
Muchísimas gracias por esta magnífica y detallada reseña, querido Jaime, por tus generosas palabras de elogio pero, más aún, por los veteranos consejos. Dice Joan Margarit que más difícil que ser un gran poeta es ser un buen lector. Y encontrarse con ese lector, añado yo, es lo que completa y da sentido a la obra. Una obra que en este caso sólo me pertenece a medias, ya que es Saint-Exupéry el verdadero autor de esta historia que yo he tratado de contar aspirando a sacarlo de la injusta etiqueta en la que fue recluido, que secuestró buena parte de su obra y de su pensamiento humanista, tan vigente por ausente en nuestro tiempo, del que fue un verdadero visionario. Un empeño que tampoco tendría sentido sin lectores como tú, conocedor de la vida y obra de Saint-Exupéry en su verdadera dimensión, la que permite sacarlo de su olvido.
Tratare de conseguirlo fuera de Costa Rica.Me interesa y apasiona Saint Exupery.
He estado en una conferencia de Natalia y creo que será uno de los próximos libros que lea. Un personaje injustamente olvidado.
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